LAVANDA
La lavanda crece en la cuenca mediterránea, pero hoy día se cultiva en países de otras zonas tales como Bulgaria, Moldavia, Australia o Canadá. Sin embargo la auténtica lavanda se cultiva en Provenza. Necesita muchas horas de sol pero resiste bien al frío. Prospera en altitudes comprendidas entre 500 y 1900 metros, y en suelos calcáreos y pedregosos.
Su nombre botánico “Lavandula” viene del latín lavare, lavar. Los romanos ya conocían y usaban la esencia para perfumar la ropa y los baños. En la Edad Media se usaba además por sus propiedades antisépticas.
Sin lugar a dudas es gracias a la lavanda que la aromaterapia moderna nació. René-Maurice Gattefossé era un químico perfumista francés. A consecuencia de un accidente en su laboratorio se quemó gravemente y tuvo un inicio de gangrena gaseoso que sólo logró parar y tratar exitosamente con aceite esencial de lavanda. A partir de ese momento decidió investigar las propiedades terapéuticas de los aceites esenciales. Creó la palabra aromaterapia en 1937 cuando buscaba un título para el libro que había escrito y que reunía anteriores publicaciones dedicadas a tratamientos con aceites esenciales.
Propiedades terapéuticas:
Antibacteriano y antiséptico.
Regulador del sistema cardiaco.
Tónico y regenerador cutáneo, cicatrizante.
Antipolilla natural.
Indicaciones:
Tiene propiedades de acción antiséptica (impide el desarrollo de microorganismos) y por esto es apropiado para todo tipo de pieles, desde las juveniles, grasas, impuras o con acné hasta las secas, maduras o con problemas específicos.
Otros beneficios del aceite de lavanda son que es un estimulante de las defensas del organismo.
Precauciones de uso:
Ninguna
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